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Fotografía de portada: El Lado “B” de una cicletada por Chile y sus demandas en una jornada pacífica contra el gobierno. Derechos fotográficos cedidos por Sebastian Araya Pino.

Un largo tour por Santiago de Chile

De la movilidad urbana sostenible a una nueva constitución nacional

La reciente alza del precio del metro de Santiago en 30 pesos desató protestas que develan 30 años de desigualdad a lo largo de Chile. A pesar de los planes de descarbonización, Chile siguió avanzando con proyectos carboníferos, y con la suspensión de la COP25 y la APEC, quedó al desnudo un modelo de injusticias socioambientales que reclama una nueva constitución nacional. Con las recientes advertencias de la ONU de que la única manera de evitar la catástrofe climática es reduciendo las emisiones en un 7.6% anual a partir del 2020, un clásico estribillo de la nueva canción chilena “contaminas tú, contamino yo, y el mundo crece en el smog” permanece vigente para Santiago, actualmente bajo preemergencia ambiental por la contaminación del aire. El descontento en la juventud que se manifiesta de varias formas, pero una de las más interesantes no es sólo pacífica, sino también ecológica: la movilización de masa crítica en bicicleta.

Julián Reingold

Publicado: 2020-02-14


Nicolás Riquelme es miembro del colectivo Revolución Ciclista Plurinacional, una reacción fortuita de la comunidad ciclista al estallido social chileno. Comenzaron a difundir el evento a través de distintas agrupaciones que llevan años fomentando el uso de la bicicleta en Santiago, hasta lograr un efecto de masa crítica. Con la declaración de la “Revolución Ciclista” en Santiago el 27 de octubre, agrupaciones de otras regiones se unieron par replicar el mismo evento a la misma hora en todo Chile. Desde entonces han movilizado a más de 35 mil personas cada domingo, pedaleando por la dignidad y el medio ambiente.

“Queremos ciudades en Chile que sean acordes a lo que los habitantes exigen y a escala humana. Tomarse la Autopista y transformarla en #bicipistas es demostrar que nos han segregado por años por el lucro de esas empresas. Si decimos #nomastag, pero a nuestra manera andando en bicicleta o rollers, no pagamos nada por movilizarnos y no contaminamos. Devolvamos la ciudad a sus habitantes, como día a día se las han tomado todxs en esta lucha social, que nos tiene más unidos que nunca por una dignidad, recuperando espacios de esparcimiento que nos quitaron”.

El crecimiento del uso de la bicicleta como medio de transporte ha crecido de forma explosiva en los últimos años y no así la infraestructura. Estos problemas son aún peores en las zonas periféricas, por ejemplo Maipú, la segunda comuna más grande de Chile, no tiene bicisendas para comunicar el centro de la comuna con el resto de la ciudad y esto se repite en todo el perímetro fuera del centro de Santiago, que es donde vive la mayoría de las personas. Por eso han diseñado herramientas de educación vial cómo la app Bikelite, que han dado una alternativa de respuesta inmediata a esta movilidad en la ciudad. En Santiago también se ven obligados a utilizar una bandana para protegerse de la polución producida por los vehículos motorizados, industrias y hogares que usan leña como combustible.

Joven chileno vistiendo una cámara antigas para protegerse de la polución y los gases lacrimógenos durante una cicleteada pacífica en Santiago. Derechos fotográficos cedidos por Sebastian Araya Pino.

Entre los hitos de la autodenominada “Revolución Ciclista Plurinacional” se encuentra en primer lugar la movilización masiva de bicicletas hacia las calles de los barrios más acomodados de Santiago; segundo, una bicicleteada hasta las puertas de la casa del Presidente; tercero, una marcha en apoyo a Gustavo Gatica, el joven que perdió visión de sus ojos durante la represión policial; cuarto, un largo tour por las zonas de Pudahuel y la Legua en rechazo a los medios de televisión que que no quisieron darle visibilidad a las movilizaciones sobre dos ruedas, y finalmente una visita a la población Lo Hermida para luego circular en la autopista para transformarla en una gran bicisenda. En este sentido, Dhan Zunino, investigador del CONICET y experto en movilidad urbana, opina que pedalear una bicicleta es un acto es político, por lo tanto, toda movilidad es política y que no hay que mirar al transporte como un sector aparte de la economía o el urbanismo.

“Es decir, uno puede hacer política sustentable sin mejorar la calidad social de las personas, en el sentido de como pasa en Chile, de mejorar el sistema de transporte, pero la desigualdad social, estructuralmente, continúa. Digamos, se viaja mejor, a veces, o puede haber ciertas mejoras prácticas, pero que no cambian el lugar que ocupa en la sociedad un trabajador pobre que viaja mucho, aunque ahora se traslade con aire acondicionado”, comenta Zunino.

Un complemento a esta discusión es el planteo del movimiento feminista 8M (8 de marzo 2019), la mayor protesta postdictadura hasta la revuelta iniciada octubre. Alondra Carrillo, vocera del colectivo, explica:

“Buscamos una relación armónica entre los cuerpos: las violencias que nos atraviesan -machistas y racistas- limitan a nuestro pueblo de hacer una transformación. Buscamos un horizonte productivo de lucha y futuro que nos permita combatir esa violencia, con relaciones que sean productivas entre nosotras y los pueblos que habitan Chile y el entorno natural que nos rodea. Transversalización del feminismo en el debate ambiental. Tres ámbitos políticos que en esta revuelta son parte de su contenido: preocupación ambiental, feminista, y carácter plurinacional de la clase trabajadora.”

Primera versión de la ciclomarcha revolución ciclista plurinacional. Derechos fotográficos cedidos por Nicolás Riquelme.

Alejandro Pelfini es docente en Estudios Globales en FLACSO Argentina y en la Universidad Alberto Hurtado, Chile. Consultado sobre la coyuntura actual, opina que en primer lugar, se debe aclarar que Chile no persigue una estrategia postdesarrollista ni en su política ambiental o energética ni menos en lo que hace su modelo económico global. En todo caso, se trata de un planteo más cercano a la Green Economy o realmente, a un intento incipiente por impulsar una estrategia de "greening the economy", y que ciertamente que hay que reconocer avances relevantes en este sentido: sobre todo en el campo de las ERNC ya durante el gobierno de Bachelet se impulsaron estas tecnologías y se comenzó a dar mayor importancia al tema del Cambio Climático. Luego, con Piñera esto se profundizó y se lo enmarcó de un modo más rimbombante, dentro de un posicionamiento más decidido a por el liderazgo regional en estos campos.

“Aun cuando Chile ya no organice la COP, en tanto mantiene la presidencia por este año, son temas que se mantienen aunque con menor fuerza. Además de ello, los sorpresivos desafíos que vienen a plantear las encendidas demandas sociales a partir del 18-O obligan a reacomodar las piezas en el tablero. Varias de las demandas sociales que cuestionan la extrema privatización y mercantilización de la vida social en general, ponen el foco en la explotación de recursos naturales y la creación de zonas de sacrificio que apenas venían recibiendo atención del poder estatal.”

Pelfini remarca que, sin duda, una nueva constitución discutirá el gran tema del agua, completamente privatizada en Chile y la escasez de regalías y las enormes ventajas que reciben inversores privados (nacionales y extranjeros) en la explotación de recursos naturales del país de alto impacto ambiental (forestales, salmonicultura) o no renovables (minería).


Escrito por

Julian Reingold

Sociólogo y periodista especializado en ambiente y cambio climático. Twitter: @jrein88


Publicado en

Julian Reingold

Previo al golpe de estado, Bolivia sufrió una crisis ambiental sin precedentes con incendios incontrolables en su principal bosque seco.